La aventura de ser maestro
Es muy claro cuando se dice: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”.
Analógicamente un maestro se puede preparar formal y pedagógicamente; puede dominar la didáctica, la metodología, la evaluación, la investigación educativa, etc., así mismo es verdad que cuando uno se inicia en esta profesión se enfrenta con una realidad en la cual no hay recetas mágicas o una varita mágica que nos diga o haga que el proceso educativo se logre fácilmente, ya que nos enfrentamos con seres vivientes y pensantes cada uno distinto del otro e inclusive en su forma de aprender. Por tal razón la experiencia es la que nos enseña ¿qué… ?, ¿cómo…?, ¿cuándo…?, ¿en qué forma…? Debemos proceder para lograr formar estudiantes y no negarles esa oportunidad de superación al reprobarlos; por el contrario tenemos que buscas estrategias y mecanismos que apoyen al alumno a promoverse a grado subsecuente y si no lo logramos, la responsabilidad no es nada mas docente sino de ambos y es menester nuestro mejorar día a día y ciclo a ciclo nuestra práctica diaria a través de trabajar de forma distinta, innovadora, creativa, etc. Para lograr la formación anhelada.
Desde mí ingreso al servicio si tuve dificultades como las señala la lectura de José M. Esteve.; la preparación, la experiencia, la actitud y la actualización han logrado lo que soy, pero se que falta mucho porque nuestra sociedad tiene cambios y otras exigencias, por lo tanto, si yo sirvo a la humanidad tengo que “pensar y sentir y hacer pensar y sentir” para sentirme útil en lo que hago: enseñar y formar.
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